Arien Chang: fotógrafo de La Habana
Arien siempre supo que sería fotógrafo. A los siete años ya le gustaba jugar con la vieja cámara rusa Zenit de su padre. Siempre le gustaron las imágenes, los colores, las películas.
Arien empezó a estudiar pintura, pero al cabo de un año no estaba realmente convencido y en el 2003 se cambió a la fotografía. Su frase «la pintura es la base de la fotografía» explica que quizás fueron las ganas iniciales de estudiar la pintura. Leyendo varios libros sobre fotografía descubrió a algunos artistas famosos y talentosos como Henri Cartier-Bresson —su favorito— Sebastião Salgado y William Eugene Smith. Con estos descubrimientos nació su pasión por la fotografía.
Al acabar el curso, «no sabía nada de fotografía». Sus amigos y la práctica lo ayudaron a aprender más, a descubrir y mejorar su propio estilo fotográfico. Durante 7 años hizo fotos en blanco y negro, imágenes analógicas exclusivamente y desde el 2009 también hace fotografías a color. Dos tipos diferentes de fotografía, dos maneras de expresar sus sentimientos.
Arien siempre quiso hacer un foto documental sobre la vida cubana. Trabajó como freelance para periódicos y marcas. La fotografía documental le ofreció la oportunidad de ampliar sus horizontes y experiencias a través de viajes a lugares nuevos e interesantes, primero alrededor de Cuba y luego en todo el mundo.
En realidad, la fotografía es mucho más que su trabajo y incluso que su pasión: la fotografía le proporciona una lección de vida, es su manera de vivir.